En su última visita a Córdoba, en el marco de la gira de presentación de un tercer álbum que la consolida como una de las voces más destacables de la escena, la compositora y escritora volvió a demostrar por qué el público está tan enamorado de sus canciones.

¿Así que te gusta hacerte el post punk?
Si hay algo identificable en los tres discos de Barbi Recanati es una conexión con el presente. Un presente no solo leído desde una historia personal que va entretejiendo mundos internos, sino también desde el contexto y el clima de época.
Ahí donde la realidad se va oscureciendo, también se oscurece la música. Si en El final de las cosas (2023) la composición y la producción ya jugaban con sintetizadores ochentosos y atmósferas new wave, Único y Nuestro (2025) sumerge al oyente en la misma niebla nocturna y pesada en la que te envuelven los clásicos de The Cure o Joy Division.
Ahora “todo es post-punk”. Así como hasta hace unos años los line-ups de fechas rebalsaban de bandas ligadas al indie pop, neo-soul, R&B y al funk, hoy muchos buscan invocar los espíritus de los mártires depresivos de los 80 y 90, para gritar sobre riffs fuzzeados, frente a un grupo de gente cada vez más grande, que necesita chocarse contra algo de manera urgente.
Pero estoy convencido de que es en los recitales de Barbi Recanati donde la esencia de esa cosa dark retro toma su forma más pura. Ni ella ni su banda necesitan exagerar la estética, actuar de rockstars o impostar una pose para llevarte a otra dimensión.

Jugar con lo robado
El show arranca con los dos primeros temas de Único y Nuestro, el segundo, Submundo, inspirado en la trama de Bajar es lo Peor, la novela en la que Mariana Enriquez, a través de unos protagonistas vampirescos, retrataba partes de ese clima noventoso nocturno del conurbano bonaerense.
Así como Enriquez ubica a los personajes de sus primeros trabajos en una Argentina diezmada por la crisis, Recanati transmite mediante sus letras un sentimiento de época a través de emociones muy personales.
No voy a ir a tu fiesta, nadie habla de tristeza
Y me aburre este mar de frialdad
Sentís más tranquilidad del otro lado del mundo
Donde todo te da igual
No me parece para nada exagerado colocar a composiciones como “El Sur” o “Lo Robado” en la misma categoría que los clásicos en los que uno piensa al hablar de la-canción-post-punk-argentina, como “Estallando Desde el Océano” o “Fuegos de Octubre”. Ojo, este tercer álbum no se limita a utilizar los recursos inherentes al género para apelar a la nostalgia y quedarse ahí, sino que los aplica a una receta que contiene muchos detalles que terminan configurando un trabajo que suena fresco.

La guitarra del músico y productor de la banda, Juan Manuel Segovia, es clave en esto último. Por momentos parece que estás escuchando los acordes shoegazeros de Dynamo y a los dos minutos tenés que saltar inevitablemente al ritmo de un riff que parece sacado de Unknow Pleasures. Las melodías que plantea, armado en esta oportunidad con una Stratocaster negra, son igual de coreables que los puentes que canta Barbi, y te atraviesan el corazón de la misma manera.
Sin dudas, el guitarrista y el resto de la banda (que está absolutamente a la altura) son parte esencial de la madurez musical y sonora de este disco, aspectos que no sorprenderán al que viene siguiendo la trayectoria de Barbi Recanati; un reguero de canciones oscuras y sentimentales en la misma medida, que constituyen casi un género propio.
“Este tema es directamente para versionar en las canchas y todavía nadie se dió cuenta” , escucho decir a un amigo cuando la masa empieza a saltar al ritmo de la intro pegadiza de “Teoría Espacial”. No podría estar más de acuerdo: aunque desde el primer minuto del recital estemos inmersos en una atmósfera de sintetizadores y chorus construida progresivamente, el alma de las canciones (es decir, eso que quedaría si uno las desnudara de sus elementos y las tocara en una guitarra criolla) dan ganas de sacarse la remera y revolearla. Da orgullo que esta música sea argentina.
Esta sensación se condensa en el cover que, según palabras de la propia artista, marcó el camino de la producción del resto del disco: “Todo Sigue Igual” de Intoxicados.
El público hasta el momento osciló entre la tranquilidad y algunos saltos eufóricos en hits como “Que no”, “Lo Que Queda” o “Los Demás” (en el que la vibra postpunkera se entremezcla con algo que remite a los Babasónicos y que también muy barbi recanatoso: las guitarras medio tarantino/western). Pero sin dudas es en el “hago lo que quiero hacer” de esta piedra fundamental del rock nacional más popular cuando todo termina de explotar. Lo clásico transformado en nuevo. Ir al fondo de la historia a buscar las palabras que nos permitan contarnos a nosotros mismos.
Algunas cosas me tocó perder y otras pude ganar
Tengo la banda que quiero tener
Y más de una razón para pensar que todo sigue igual
Este show es una de esas razones. Y todos los presentes lo saben. Los que están arriba del escenario, y los que estamos abajo también.

Es mi manera de decírtelo
No sé qué tan cierto sea eso de que todo es político, pero sin duda el rock lo es, o al menos en gran parte de su esencia. La cercanía que propone Barbi en su manera de comunicarse no es moneda corriente. La violencia y el poder quedan para cuando se prenden las luces rojas y el pogo sigue creciendo con la crudeza de temas como “Arte Arte Arte”, pero al momento de hablar no hay solemnidades ni jerarquías a la vista.
“El agradecimiento hacia ustedes es cada vez más grande porque la crisis es cada vez más grande”, dice entre risas. Y repite lo que dijo el año pasado en este mismo lugar: que elegir estar acá es elegir no estar en otro lado, ya sea viendo una banda menos under saliendo a comer o comprando cosas. Y eso hay que destacarlo, aunque nadie más lo haga.
Por supuesto que la difusión y militancia que lleva a cabo Recanati en todos sus frentes artísticos parecen tener otro peso en este momento, en el que no solo la cifra de femicidios espeluznantes se engrosa día a día, sino que las políticas y los discursos en relación a la igualdad parecen haber retrocedido varios casilleros respecto a lo conseguido en la década pasada.

Quizás por eso nadie se ofende cuando chicanea desde el escenario a los cordobeses por las estadísticas que suele presentar la Docta a la hora de votar. Y aunque luego cante, en uno de sus estribillos más hermosos, “No creo que alcance el tiempo / Para hacer todo mejor / No creo que los malos pierdan hoy / No creo que venza el amor”, queda claro que es también en estos espacios donde se construye algo positivo, o al menos donde uno puede esperar que el rock sea parte de esa transformación que nos permita soñar con tiempos mejores.
Lo que propone Barbi Recanati no sólo entrega un nivel de profesionalismo musical finamente trabajado, sino que invita a consumir y crear arte desde lo más genuino de nuestro interior, sin olvidarnos nunca de que hay otro ahí.
Rosario Bléfari decía que cada momento que vivimos es histórico, “de ahí la importancia de estar en el presente, ir a recitales, encontrarse con amigos, leer a los escritores que viven, tener un proyecto y llevarlo adelante como sea, aunque alguien lo considere un fracaso”
Siento que hay algo de esa filosofía en este recital. Esa sensación de que uno no está solo, de que hay alguien pensando, cantando, escuchando. De que estamos viviendo una época rara, un presente bastante oscuro que se descompone día a día pero que no deja de ser único. Y nuestro.