A dos años de su última visita, la artista regresa a Córdoba para presentar “Siegas”, su nuevo single. En esta charla, reflexiona sobre la maternidad, la creación en la era digital y el futuro de su lírica.
En la penumbra de la espera, mientras un cuerpo se transforma para crear otro, el mundo exterior no detiene su marcha frenética. Al contrario, bombardea con sus luces estroboscópicas, con el vértigo incesante del scroll que dicta sentencias de una perfección inalcanzable. Para Sara Hebe, el embarazo no fue un claustro de calma, sino una trinchera. Desde allí, con la ansiedad como banda sonora y las hormonas como un ejército revolucionario en sus venas, observó el campo de batalla digital: una guerra de imágenes en 4K que exhibe, sin pudor, la obscenidad de una vida idealizada junto al horror más crudo del presente.
De esa tensión entre la inminencia de la ternura más primal y la alienación de las redes, brotó una cosecha. “Siegas”, su nuevo single, es el fruto de esa gestación dual, una canción que funciona como un exorcismo y un manifiesto. Es la crónica de una parálisis (la que produce el dedo sobre la pantalla) y, a la vez, el pulso de una vida nueva que puja por nacer. Con una lucidez que desarma, transforma la ansiedad en materia creativa y nos entrega un mapa de su propia resistencia: un acto de amor y furia frente al acribillamiento de un mundo que nos quiere ciegos, pero que ella insiste en mirar de frente, incluso con los ojos cerrados.
Y esa insistencia por mirar es la que ahora la pone en movimiento. Con la excusa de llevar este manifiesto sonoro al cuerpo, la artista comenzó una gira que desdibuja el mapa digital para volver al territorio. El viaje arrancó por Niceto en Buenos Aires, expandió su eco hacia el sur en Neuquén, sigue su curso en Rosario y culmina, precisamente, en Córdoba, la parada que da origen a esta charla.

Con todos los cambios físicos y mentales que conlleva: ¿cómo sentiste el proceso creativo de escribir embarazada?
Durante todo el embarazo estuve full ansiosa y creo que por eso surgió este single. Miraba mucho las redes y me provocaba demasiada ansiedad. Me parece que son algo terrorífico que nos hacen perder tanto tiempo. Mirar tanto la perfección que se nos propone de la vida: cómo tener una casa, una habitación y toda la vida preparada para la llegada de un hijo, todo se vuelve inalcanzable. Después del parto, analizando la letra con un poco más de calma, me di cuenta que “Siegas” con “s” significa “cosecha”. Le dio mucho sentido a la canción, que habla de un pantallazo de lo que vivimos, de ese acribillamiento de imágenes que tenemos tan al alcance de la mano. Pero también habla de la otra cara que tiene el mundo, que es el amor y la ternura.
En la canción escribís mucho en tiempo futuro, como anticipando lo que va a pasar. ¿Te divierte explorar el relato ficcional?
¡Sí, total! Como todavía no había nacido mi beba, no sabía cómo iba a ser esa experiencia, así que podía anticiparla desde la fantasía. Ese es mi desafío con cada tema: quiero que sea fantástico. “Siegas” también habla de que ya no leemos. A mí me encanta la literatura y las novelas, pero ahora con el cansancio físico y mental se me hace difícil, aunque es una deuda que ya venía teniendo conmigo misma. Intento aplicar esa búsqueda de lo fantástico incluso en los temas de protesta y denuncia social. Busco que no sean solo líricas explícitas (que por otro lado me encantan, como las de Salvaje Decibel de Chile), sino que siempre tengan entreveradas algunas imágenes poéticas. Me gusta encontrar la poesía. Y es difícil escribir poesía.
Te escuché definir tu lírica como “incendiaria”. ¿Creés que con la llegada de tu hija, va a menguar o se va a potenciar ese fuego?
Hay que ver qué pasa, no lo sé. En el embarazo escribí este tema que, por un lado, habla del amor que me imaginaba que iba a sentir por mi hija. Pero a la vez se mezcla con todo lo demás, de ahí el ‘Puta sí, guerra no’. Veo que hay una guerra y al mismo tiempo me conmueve la lucha de las trabajadoras sexuales, como Georgina Orellano, a quien admiro como una bestia política. Se me confunde todo, como en las redes, donde vemos todo a la vez. El año que viene sale un disco que ya terminé de grabar. Lo empecé antes de quedar embarazada, lo seguí durante y lo terminé con mi bebita ya nacida. Cuando me pongo a leer las letras, que es algo que hago siempre para analizar lo que escribí, se puede notar qué canción o qué frase fue escrita en cada momento. Pensando en mi lírica a futuro, me gustaría buscar un equilibrio entre lo incendiario y una calma que me permita producir una buena escritura. A mí, simplemente, me gustaría escribir bien.
¿Te gustaría escribir algo que no sean canciones?
Sí, me encantaría, pero soy re vaga. Tengo ideas, aunque nunca me animo a arrancar. Creo que tendría que hacer un laboratorio de escritura para aprender las herramientas técnicas, porque lo que hago (escribir rimas de manera autodidacta) ya es un poco cómodo a esta altura. Intentar contar una historia me parece un verdadero desafío. ¡Tendría que hacerlo, publicar un libro y dejarme de joder! Capaz que mi narrativa después de ser mamá se vuelve más literaria. Okey, tengo que hacerlo.

Y sobre el videoclip: ¿por qué eligen ese video para esta canción?
Hicimos lo que pudimos. Todo fue sin una búsqueda conceptual. A Nano se le ocurrió que hiciéramos una imagen de un culo en 3D, quedó genial y decidimos usarla para la portada. El resto se fue armando con lo que teníamos: un retroproyector de una amiga y yo haciendo algunas pavadas con la excusa de grabar un video. El orden fue ese: primero escribí la letra, después surgió la portada y al final el video. Se fue armando algo certero, pero sin ningún plan de negocio o de concepto para vender. Ojo, que después me encanta vender, ¡pero esa no es la premisa! Por eso, al final, le terminamos encontrando sentido a todo, aunque no lo hayamos planeado.
Partiendo del video: esta percepción de “mover el culo” o del twerk, fue evolucionando a lo largo de los años: de la sexualización a la resignificación del goce y el auto disfrute. Hoy, nuevamente es moneda corriente ver a gente juzgar a las mujeres que deciden mostrarse de esta manera. ¿Vos qué visión tenés sobre este momento tan particular que estamos atravesando?
Hay mucha crítica a todo hoy, un hartazgo en general. Existe una desilusión de lo político y de lo humano. Estamos en un mal momento. Entonces se arman broncas que van dirigidas para cualquier lado. Vemos a Fito Páez decir eso ¿no? [En entrevista con Julia Mengolini, Páez dijo: “si vas a bailar eso, después cuando vayas al congreso a defender tus derechos no me pidas que te apoye”]. Eso me parece re pedorro, ni tengo una opinión. Es como que lo miro y digo ‘callate’. En este momento no me dan ni ánimos de elaborar ningún pensamiento. A las mujeres que piensan que otra es trola por bailar, que piensen lo que quieran. Creo que es importante siempre dejar de ponernos en la mira como se hizo históricamente a nosotras. A nosotras o a las trans, travestis, comunidades marginales y empobrecidas. Ahí hay que dejar de poner la crítica. Es un momento de una ebullición tan rara. Es muy difícil leer este momento histórico.
¿Cómo es gestionar y llevar a cabo una gira independiente siendo madre hace tan poco? ¿Cómo lo manejas?
¡A lo loco! Estando en todo. En el fondo, no es tan diferente a lo que hice siempre, porque sigo sin agente de prensa y sin manager, algo que me parece más sencillo y directo. Pero sí, es agotador. Estoy muy cansada, a la noche no se duerme muy bien, pero aun así para mí es un desafío muy importante hacer estas fechas. Nos cuesta ir, sobre todo porque quiero sostener el proyecto de girar con mi banda completa, que la amo y suena tremendo. Voy con todos y con la beba. Lo hago para poder decir al final: ‘¡Sí, listo, lo hicimos!’.
Para ser testigos y acompañar ese desafío, la cita es el sábado 23 de agosto en Sala Formosa. Las entradas para su show en Córdoba están disponibles en https://alpogo.com/evento/sara-hebe-en-cordoba-20195